lunes, 28 de abril de 2014

CONCURSO DE ENSAYO FILOSÓFICO 2º BACHILLER



LA ALUMNA DAHIR HELGUERO, DE 2º D  HA OBTENIDO EL PRIMER PREMIO EN ESTA CONVOCATORIA DEL CURSO 2013-2014. 
OS MOSTRAMOS SU BUEN TRABAJO. ¡ENHORABUENA DAHIR!



Dedico este ensayo a todas aquellas personas que nunca lo leerán, a todas sus lágrimas y su impotencia. Dedico este ensayo a todas aquellas personas que trabajan catorce horas diarias, a todos esos niños que para que unos pocos tengamos más deben perder su infancia, su vida. Todos tenemos derecho a elegir cual es nuestro camino, cuales serán nuestros pasos. ¿Por qué ellos no?

ENSAYO

Nelson Mandela dijo una vez:
La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia.

Ezequiel, seis años, muerto en una granja en Buenos Aires

A la 1,35 horas de la madrugada de ayer murió Ezequiel, el niño de seis años que desde los cuatro era esclavizado por la empresa agrícola Nuestra Huella. El lunes de la semana pasada lo habían vuelto a operar, pero el tumor ya le había ocupado todo el cerebro. La corta vida de Ezequiel transcurrió la mayor parte del tiempo entre la sangre y el guano de las gallinas y manipulando venenos con elementos cancerígenos de la empresa para cumplir a rajatabla con los topes de producción que la patronal le imponía a su familia.
La empresa no conforme con haber asesinado a Ezequiel, con haber envenenado a decenas de chicos y adultos, pretendía hacer desaparecer las evidencias y trasladar rápidamente el cuerpo de Ezequiel y quizá cremarlo, fuera del alcance de cualquier pericia judicial que los comprometa y ponga en evidencia su responsabilidad por Ezequiel y por todos los niños y adultos que manipulan venenos agrotóxicos en granjas.
Según informaciones de protagonistas y del Diario Página 12, Nuestra Huella tiene setenta granjas en Exaltación de l Cruz, Pilar, Mercedes, Capilla del Señor, Lima y Escobar en la provincia de Buenos aires. También en San Juan y Córdoba. Exporta a Alemania, Italia, Francia, España y China. Comercializa con los supermercados Coto, Carrefur y Wall Mart entre otros. Algunos canales de televisión, por presión de las cadenas multinacionales del supermercado, como Wall Mart, siguen negando la muerte de Ezequiel.

Jeremy, seis años, fábrica de juguetes

Mi familia es muy pobre. Unos hombres fueron a m casa y dijeron que podrían ayudarnos, A mis padres les ofrecieron llevarme a trabajar unas horas y ganar dinero y además podría ir a la escuela. Comencé a trabajar en la fábrica en jornadas de doce y catorce horas. Por la noche duermo en cartones de la misma fábrica. A muchos de mis compañeros los encadenan para que no se escapen. Fabricamos juguetes, balones, camisetas…Todo para que otros niños jueguen y sean felices. Nosotros los hacemos pero nunca jugamos con ellos.

Anas, ocho años. Alimentando el horno de una fábrica de metales

Anas, de la India, tiene un abuelo enfermo y por eso sueña con ser médico. Desde sus ocho años la realidad de Anas la hace imaginar que su sueño será imposible. Pas diez horas al día, seis días a la semana, avivando el fuego del horno en un taller, lleno de humo, en una barriada de Maradabad, la India, en la que se funden y moldean metales. Por este trabajo Anas gana menos de un cuarto de dólar al día.

Hajira, ocho años. Recicla pilas en Bangladesh

Hajira tiene ocho años y vive en Dacca, capital de Bangladesh. Durante catorce horas al día machaca viejas baterías con un ladrillo de Shinwari para extraer las varillas de carbono, limpiarlas y reciclarlas. Hajira logra seis takas (diez céntimos de euro) por cada mil varillas que limpia cada jornada.
El polvo negro del carbono desprendido lo invade absolutamente todo y provoca multitud de infecciones por inhalación en los niños. Una vez separados y limpiados los materiales son enviados a las fábricas para fabricar nuevas baterías y el metal a fundición para artesanía. Estas serán las pilas y las baterías que nosotros utilizaremos posteriormente para nuestros móviles, nuestros juguetes, ordenadores…

Betty, Perú, doce años

Yo no quisiera tener hijos, porque ¿para qué tener hijos? ¿para hacerlos sufrir, llorar?

Estos son únicamente cinco de los 437 millones de niños esclavizados actualmente. Hablo de niños, pero la misma situación sucede con adultos, con sus familias, es decir, con toda o gran parte de la población que no tiene más remedio que vivir en las zonas en las que se da la deslocalización. L gran mayoría trabaja en condiciones precarias, sin ningún tipo de seguridad, sin control, oprimidos, asustados…Pero, ¿a qué se debe esta situación? ¿Cómo podemos llegar a estos límites?
Actualmente muchos empresarios, con el fin de conseguir más ganancias, deslocalizan sus fábricas llevadas a países como la India, China, Perú…Sobra decir que en estos países las políticas son muy arcaicas, los trabajadores no tienen derechos, y ni tan siquiera los conocen, no existe la seguridad social, no hay un mínimo de edad para trabajar…Gracias a esto la fábrica consigue una gran cantidad de mano de obra extremadamente barata. Mujeres, hombres y niños trabajan doce horas diarias o incluso más a cambio de lo que para nosotros serían dos tristes cafés al día. A esto le sumaremos además que el empresario no deberá gastarse dinero en la seguridad de ninguno del  trabajador., algo que en Europa es impensable, ni en ningún tipo de medida que garantice la salud de los trabajadores. Como bien podemos observar, el ahorro para el trabajador es absoluto. Sumémosle también que toda esta producción que se genera en los “Países Subdesarrollados” (como tanto nos gusta llamarlos9 es devuelta al país de origen de la empresa, situado, por ejemplo, en Europa. Hay que tener en cuenta que el nivel de vida de estos países receptores es denigrante en contraste con el nivel de vida de los países donde se venderá dicho producto. Por lo tanto el empresario, finalmente habrá conseguido obtener un producto  de bajo coste que venderá en países europeos acorde a la renta de la población, es decir a coste alto, consiguiendo así una gran diferencia, unos ingresos desorbitados a precio de sudor y sangre, de la vida y las almas de muchas personas. Explicaré esto mediante un ejemplo:
Yo soy una empresaria que se dedica a la fabricación y venta de teléfonos. Como todo ser humano, o como la gran mayoría, mis ansias de tener más y más están siempre presentes, y por ello, decido llevar mi fábrica a Bangladesh, India. La fabricación de la factoría no me supone gran coste debido a que tampoco es necesario que las instalaciones sean seguras ni modernas, total, las manos que allí trabajan para mí no tienen valía alguna. Me aprovecho de la situación de este país, la gente es tremendamente pobre, y se mueren de hambre, por un puesto de trabajo harán lo que sea. Rápidamente consigo cantidad de mano de obra muy barata, la gran mayoría menores de edad y niños. La causa principal que los impulsa a trabajar es la precaria situación económica de su familia. El sueldo medio que pagaré a mis “empleados” (si es que se pueden llamar así) será de unos dos euros al día, hablando en nuestra propia moneda. Contando con que su horario de trabajo será de unas doce horas o más (algunos incluso duermen en la fábrica o en el taller) mi producción aumenta enormemente costándome esta menos de la mitad de lo que me podría costar si mi fábrica estuviera en un país “desarrollado”. Una vez producidos mis teléfonos móviles, gracias al agotamiento y a la esclavitud de estas personas y de estos niños los devolveré a España, donde los venderé a un precio más bajo que el precio habitual que los móviles suelen tener en el mercado para que la gente escoja antes mi producto que el de la competencia, recibiendo yo un gran beneficio económico.
De esta manera, en muy poco tiempo, mis ingresos aumentarán enormemente.
Debido a estro podré comenzar a pagar a agentes publicitarios que conseguirán que mi producto vaya siendo cada vez más y más conocido (aquí podríamos entrar también en el asunto de que la publicidad, en la gran mayoría de los casos, consigue vendernos productos que en realidad nos son totalmente inútiles pero que, gracias a la ayuda de numerosos y maravillosos estudios psicológicos de los que se sirven, hacen que nos parezcan necesarios e indispensables para nuestra vida).
Mi producto terminará siendo muy famoso y, lógicamente, el resto de los fabricantes de móviles se darán cuenta de lo que sucede y rápidamente comenzarán a imitarme. Otras empresas, con diferentes productos, al ver el resultado, harán lo mismo y poco a poco se irá formando la cadena…

Esta es nuestra actual situación; para que unos pocos tengamos más, el resto no debe de tener nada.

He puesto el ejemplo de los teléfonos móviles, pero lo mismo sucede con la ropa, con el chocolate, con los alimentos, con los productos cosméticos…Consumo, consumo, consumo…nos engañan, consumimos sin cabeza, sin conciencia. Hemos llegado a un límite en el que ya no importa la moralidad, solo importa el dinero y consumir, y tener más y más…
No importan estos niños de los que hablo, ni sus familias, ni su situación…
No importa que no tengan que comer, que no tengan derecho a la educación, que no tengan lugar donde vivir, ni salud, ni libertad…que tengan miedo, que estén asustados…son únicamente una pieza más de la economía globalizada, una pieza que sufre y está sufriendo una muerte lenta…

No nos importa nada de eso. Solo nos importa tener un pantalón más moderno, el nuevo teléfono móvil de última generación, un grande y lujoso coche, un enorme televisor…En eso nos hemos convertido, y cuando vemos en las noticias que allí en África o en la India se están muriendo de hambre, de enfermedades, pensamos que eso nos queda demasiado lejos y seguimos comiendo nuestro enorme filete sentados en nuestro enorme y cómodo sofá.
No pido una revolución, ni mucho menos; solo pido que seamos más conscientes de la situación que el mundo vive, de lo que la economía y el dinero nos está haciendo, que pensemos antes de comprar y comprar, que no nos dejemos engañar…Todo lo que hacemos nos acaba volviendo.
Como versa el antiguo proverbio indio:

“Solo cuando el último río haya sido envenenado,
solo cuando el último árbol haya sido talado,
solo cuando el último pez haya sido pescado,
solo entonces el hombre descubrirá que el dinero no se puede comer”

Resulta que al final la letra de la canción tiene razón: “el dinero que nos salva es el mismo dinero que nos asesina”


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