Fácil es decir que
encontrarte fue como encontrar el paraíso. Difíciles fueron la distancia y las
circunstancias, el no verse. Hasta que te encontré me hallaba en paradero
desconocido. La lluvia golpeaba mi ventana, a la que podía pasarme horas
mirando, observando las carreras que hacían las gotas de agua. El vaho delataba
mis gritos, ahogados en mi boca seca. Las sábanas frías fueron mis únicos
compañeros en aquellas noches de invierno. Manos frías. El olor a café se
impregnaba en aquellas cuatro paredes empapeladas. Mis pies húmedos con olor a
calle rozaban la moqueta del salón, como herbales secos mecidos por el viento
de primavera. Por las mañanas, la música alta y el frío en la cara. Resultaban
ser los mejores acompañantes; hasta que te conocí. Como un cuaderno vacío antes
de empezar a escribir, a desahogarme en sus páginas. Tu piel será mi lienzo y
en esas páginas quedará grabada nuestra historia.
Paula
González Piñán 3ºB (2º Premio relato. 2º ciclo ESO)
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