Los temas a elegir para realizar los relatos eran:
-Un mundo sin tecnología
-Un sueño tecnológico
Aquí aparecen alguno de sus entretenidos y bien elaborados trabajos.
El secreto
Una figura agazapada se arrastraba
entre la vegetación, cercada por escabrosas rocas. El cielo plomizo apenas
dejaba pasar la luz, que quedaba presa en las altas copas de los árboles, no
llegando nunca a la superficie. El aborigen se
irguió momentáneamente, oteando a su alrededor. Había notado algo
extraño todas las noches desde su poblado, en la lejanía, desde que habían
llegado cruzando el mar a esa nueva tierra. Tras largas divagaciones, había
decidido ver de qué se trataba. Sin dejar de escuchar cada movimiento
procedente de la maleza, preparado para
cualquier peligro, siguió desplazándose a ciegas, estando seguro de alguna
manera de adónde se dirigía. Pocos kilómetros más adelante, el camino
terminaba. La vegetación se cerraba de tal manera que era imposible seguir
avanzando, y, por mucho que dio vueltas, no encontró nada más que una barrera
infranqueable.
Aun
cuando iba a rendirse, se inclinó por una nueva idea. Subió a un árbol, el más
fuerte y alto que encontró, aunque no lo era tanto como los que había escalado
en su infancia, allá, en la otra esquina del océano. Ascendió tanto que dejó
atrás la barrera vegetal que le cercaba el paso. Lo que vio le dejó sin
aliento.
Lo
que había tomado por un denso follaje era en realidad un muro de hormigón, ancho
e inmune a cualquier intento de echarlo abajo, algo que consideró imposible, ya
que sólo conocía el barro y la madera como materiales de construcción. El muro
se extendía hasta donde alcanzaba la vista, perdiéndose en la lejanía.
Y,
en su interior, dentro de un gran boquete producido por una colosal colisión,
yacía un cementerio. No uno corriente,
sino uno de metal, plástico, vidrio y residuos más contaminantes, olvidados
allí hacía siglos. El suelo abrasado no se había recuperado como el terreno de
alrededor, lo que había impedido el crecimiento de la naturaleza. En su lugar,
un manto ceniciento cubría la explanada. El indígena no comprendía lo que eran
esas construcciones rectangulares, más altas que cualquier árbol. Ahora eran
tan sólo un reflejo de lo que en su día fueron enormes rascacielos que cortaban
las nubes. Algunos de ellos se habían derruido junto con todas las pequeñas casas
destruidas por la bomba, y sus restos se esparcían, apenas distinguiéndose unos
entre otros. Todo aquello producía una sensación de desolación terrible.
El
hombre se echó hacia atrás, aterrado, pero perdió el equilibrio. A pesar de que
intentó agarrarse a las ramas cercanas, no pudo, y se precipitó hacia el vacío.
Casi se estrelló contra el muro, pero aterrizó unos metros más lejos, rodando
contra la tierra árida.
Cuando
logró incorporarse, dio unos tambaleantes pasos antes de poder ubicarse. Y
descubrió, con horror, que había caído en el interior de aquél colosal hoyo, lo
que en su día había sido una reluciente ciudad. Bajo sus pies, descubrió
carcasas metálicas vacías, la mayor parte oxidadas. Cogió una del tamaño de su
mano, que tenía pequeñas incrustaciones cuadradas, pero la desechó al momento;
no había nada que le pudiera interesar en un móvil roto y destartalado. Alzó la
vista y, esta vez, se maravilló ante las dimensiones de aquellas
construcciones, preguntándose qué extraño ser podría haberlas realizado.
Eran
el recuerdo de una catástrofe pasada, cuando la contaminación y la guerra
habían sobrepasado todos los límites imaginables. Quedaba una mínima proporción
de combustibles fósiles, por la que naciones enteras estaban dispuestas a
hundir a otras en la miseria. Quedó muy atrás el tiempo en que internet había
estado al alcance de todos, pues la electricidad era un bien muy preciado que
se permitían unos pocos, por lo que la comunicación a distancias largas era muy
difícil. Esta situación se alargó hasta que la gente empezó a morir por enfermedades diversas, la mayoría
causada por problemas respiratorios o cánceres. Hubo rebeliones contra toda
tecnología, grupos de humanos que querían volver a vivir como lo hacía el
hombre primitivo, pues sostenían que sólo así podría recuperarse el planeta de
nuestro destrozo. Pero los gobiernos lo consideraban una locura y atribuían la
demencia a las personas que promulgaban esos pensamientos. Cuando se dieron
cuenta de que estaban equivocados, no había vuelta atrás. Una capa de gases
contaminantes había cubierto todo el planeta, tan densa que no dejaba pasar la
luz del sol. Además, debido al cambio climático, las temperaturas habían
ascendido drásticamente. Las plantas empezaron a morir; con ellas, los
animales, y la comida artificial no sirvió para sostenernos mucho tiempo. Todo aquello
creó conflictos en los que intervinieron bombas nucleares, pero la más brutal
fue la que colisionó contra esa ciudad; tanto, que aún siglos más tarde, la
zona seguía como si todo hubiese sucedido ayer. Los restos humanos se habían
degradado hacía ya tiempo, quedando sólo los de aquellas máquinas y artefactos
que la gente, con un último hálito de esperanza, había destruido y acumulado en
la calle, esperando que las emisiones cesaran y todo se solucionara. Ese
movimiento sucedió en casi todo el mundo civilizado. Pero ya era demasiado
tarde. Y, sin que nadie pudiera preocuparse de lo que quedaría de nosotros, de
qué pasaría cuando desapareciéramos para siempre, fuimos pereciendo poco a
poco. La humanidad había sido perdida.
Pero había una pequeña
parte con la que nadie contaba, una que había sido olvidada. Porque nadie creía
que siguiese habiendo humanos que vivían como en el principio de los tiempos,
pero así era. Y esas tribus indígenas, cuyos bosques les habían sido
arrebatados casi por completo, todavía tenían un hueco en el corazón de éstos,
desde donde ignoraban todos los problemas del exterior. Y esas tribus fueron
las que, tanto tiempo después, cuando la capa de contaminación había descendido
significativamente y todo resto artificial había quedado sepultado bajo los
bosques, habían emigrado a través del océano.
El aborigen anduvo
durante todo el día por aquél lugar, investigando y lleno de curiosidad, hasta
que empezó a anochecer y trató de encontrar una salida. Pero no la halló.
Rebuscó cualquier resquicio en el muro de hormigón, pero no encontró ninguno,
pues había sido hecho para soportar toda la radiación que estaba escondida en
aquél cementerio, para que nada ni nadie entrara o saliera de allí. Así, cuando
la oscuridad se lo tragó todo, el hombre se acurrucó en un rincón y se durmió
para no despertar al día siguiente, guardando consigo el secreto de una antigua
civilización.
Jana Piñel Rodríguez– 3ºESO A
L´évolution.
La technologie a évoluée beaucoup ce siècle, on a
des portables, des ordinateurs, des GPS, et même des imprimantes 3D! Mais ce
que je veux le plus c'est inventer un reproducteur de musique que tu peux
connecter à ton cerveau et que reproduire la chanson que tu penses en ces
moments.
Il y a déjà une machine avec laquelle tu peux
contrôler les mouvements d'une personne avec ton propre système nerveux, donc
pourquoi pas appliquer cet instrument pour écouter les chansons que tu veux?
Mon invention a une connexion sur Internet pour la chercher et même si tu ne te
sais pas le titre, en pensant à la mélodie ou les lettres, tu peux le
trouver.
Ce reproducteur sera très utile pour les personnes
qui aiment écouter de la musique pendant qu'ils font du sport, et il sera plus
facile et pratique pour chercher les chansons.
Julia Zabaleta. 2º C
– AR
Un gran problema, una pequeña solución.
La
situación más molesta para el ser humano a la hora de viajar es, sin duda
alguna, hacer las maletas.
Esto
ha atormentado a la gente durante generaciones. ¿Quién no ha malgastado alguna
vez su valiosísimo tiempo pensando en qué llevar? (ya que puedes llevar sólo lo esencial)
Y,
lo peor de todo, cuando finalmente llegas a tu destino, te das cuenta de que se
te han olvidado a mitad de las cosas. (Pero claro, como no había más espacio en
la maleta…)
En
mi opinión, la solución definitiva a este problema es ``La Mini Casa´´. Esto
consiste en instalaren tu casa un sistema de cables y aparatos muy complejo que
recorre el interior de las paredes. Al poner en marcha el sistema (mediante un
interruptor), la casa y todo lo que hay en su interior disminuye hasta 1000
veces de tamaño, obteniendo así un tamaño perfecto para guardar la casa en un
bolso, maleta, etc.
Lo
único que necesitamos después, es encontrar un espacio abierto lo
suficientemente grande como para ``desplegar´´ nuestra casa.
De
esta forma, acabaríamos con la horrible tarea de hacer las maletas.
Lucía Iglesias Pérez (2º ESO C A.R.)
UN SUEÑO TECNOLÓGICO
Ella miraba atónita la enorme pantalla
situada justa al lado de la mesa de la profesora.
Su compañera Mireia se encontraba
dormida sobre el pupitre contiguo al suyo y estaba conectada a unos cables con
ventosas que ocupaban su frente. De repente, Mireia apareció en la pantalla,
esta caminaba por un parque lleno de flores, se sentaba en un banco blanco de
madera, después, persiguió mariposas, cantó con los pájaros e incluso nadó por
el lago con los pececillos de colores; por último, la pantalla se oscureció,
parecía que venía una pesadilla, la gente comenzó a murmurar y esto provocó que
Mireia se despertara, y la pantalla se apagó.
El visor de sueños iba a ser la nueva
revolución de la tecnología, iba a ser también la solución para los niños con
pesadillas, ya que sus padres podrían ver la causa de los terribles sueños de
sus hijos y poner una solución.
Le tocaba a ella, estaba nerviosa,
¿Cuál sería su sueño?
Marina
Campomar Prieto 2ESO D
LA
MADRE DE TODAS LAS MÁQUINAS
Era una calurosa mañana de mayo y Elvira como cada
día llevó a su hermano pequeño, Felipe, a la guardería. Antes de que Felipe
entrara a clase Elvira hablaba con los amigos de Felipe.
-
¡Hola Elvira!, ¿hoy no te quedas un poquito más?
-
Lo siento mucho, no puedo. Tengo que llegar pronto
al trabajo.
-
Pero ¿por qué?- chillaron al unísono.
-
Tengo que redactar un artículo muy importante.
-
¡¿Eh?! Seguro que nosotros podemos ayudarte en algo.
Pero quédate un rato más- rogaron.
-
Vale, de cuerdo-cedió- yo os haré una pregunta y
vosotros me contestaréis de forma sincera ¿vale?
-
Sííí.
-
¿Cuál es para vosotros o cuál sería la máquina más
útil y más perfecta de todas?
Elvira apuntó todas las respuestas en una libreta y
se fue al trabajo.
A la hora de comer recogió a su hermano, Marcos, y a
su novia, Elena, del instituto y les hizo la misma pregunta y apuntó las
respuestas en su libreta
Al llegar a casa se encontró con sus padres en la
cocina y les hizo la misma pregunta y apuntó rigurosamente las respuestas en su libreta.
Al no tener una respuesta que se adaptase a todos
los encuestados fue a casa de su abuelo a reflexionar y pedirle consejo. Cuando
llegó le contó sus problemas y que esa pregunta podía tener diferentes
respuestas.
-
¿Podrías hacerme el favor de leerme las respuestas?-
preguntó
-
Estas son algunas de las respuestas: máquina de
hacer helados inacabable, pinturas de todos los colores, caja de juguetes sin
fondo, móviles con mucha capacidad y muy rápidos, soportes electrónicos y
consolas con muy buenos gráficos, impresoras 3D hiperrealistas y
superordenadores.
Su abuelo se rió y dijo:
-
Pues, en mi opinión, y desde la experiencia, no hay
respuestas más banales. Y ellos mismos, todos ellos son dueños de la mejor
máquina, la más perfecta y la más útil, que nos ha dado Dios y que nos lleva a
crear otras más y esta máquina prodigiosa es el cerebro.
SARA ROMÓN CUESTA, 2º C A.R
TECHNOLOGIE
Bonjour, je m´appelle Marco et actuellement , j´habite
en 2034 au nord de la France. J´habite ici avec mes parents depuis 6 ans, quand
les machines du temps ont commencé a travailler. Avant, j´habitais dans une
jolie petite cave qui se trouvait au sud-est de l´Amérique. J´habitais là-bas avec ma
tribe, nous étions 27 personnes. Tous les matins, nous sortions au champs pour
casser des animauxqu´après, on mangait autour du feu. Les femmes restaient dans le village en train de
préparer le repas. L´après-midi, on préparait les peaux des animaux qu´on avait
tué auparavant et ma mère et ma sœur faisaient des vêtements avec eux. Tous les jours, on repétait la
même operation. Mais, un jour, un groupe d´hommes et de femmes sont venus nous
demander de monter dans leur machine pour aller dans le futur. Ma mère et mon
père n´étaient pas surs mais finalement, ils ont accepté. Nous avons voyayé
5.000.000 ans et on est ici. Je ne peux pas croire tout ce qu´ils ont inventé:
voitures pour se déplacer d´un lieu à autre, potables pou parler de loin,
maisons avec chauffage pour n´avoir pas froid, supermarchés avec tous les
produits on n´a plus besoin d´aller casser, des magasins por acheter des vêtements,
des briquets pour allumer le feu, mais la meilleure chose, la machine du temps
pour voyayer dans le passé et aussi dans le futur.
Sofía Ruiz Cuesta 2ème ESO D