viernes, 15 de mayo de 2015

Literatura biológica

Los alumnos de 2º ESO han realizado una serie de relatos cortos tomando como referencia " Eres un bestia Viskovitz " de Alessandro Boffa. Se trata de escribir un texto corto con un organismo vivo como protagonista incluyendo terminología científica y, a ser posible, una nota de humor.
Espero que os gusten.


¡Tranqui Tronqui!


Esa era la noche, Palote y Mariapalito iban a ser padres por primera vez. Observaban su huevo emocionados mientras se movía, a punto de desprender el opérculo que lo sellaba y así permitir la salida de la ninfa. Al fin, el pequeño fásmido asomó su cabecita, y los padres exclamaron alegremente: ¡Es un macho! ¡Lo llamaremos Tronqui! Mariapalito dijo:-Jo Palote, en 5 o 7 mudas ya no os distingo.

Tiempo después, siendo Tronqui un crío, ocurrió una tragedia.
Estaba él jugando en su árbol cuando tropezó y cayó a ramas inferiores, lejos de su familia. Sus padres se pusieron a buscarle, pero debido a su aspecto críptico, era casi imposible verle, gracias a sus características de homotipia y homocromía que le dan el aspecto de una ramita. Palote dijo muy tristemente:-Vaya palo, Maripalito… Y la madre exclamo mirando hacia el suelo:- ¡Tranqui Tronqui!

Por suerte, Tronqui recordó que los bichos palo además de la cripsis, tienen otra cualidad para zafarse de los depredadores, que consiste en emitir un sonido que les ahuyenta. Entonces Tronqui empezó sonar con todas sus fuerzas y sus padres le oyeron y fueron a buscarle sin pensarlo.

Al fin sus padres le encontraron y se abrazaron, prometiéndose estar juntos siempre.
Nicolás Alvear


El marsupio de los canguros.


Sentado a la sombra del Monte Uluru en Australia, el viejo de la tribu de aborígenes, Iponemo, cuenta a los jóvenes el origen del marsupio de los canguros:
Un día, un canguro, pero no cualquier tipo de canguro, él era Tito, un macropódido, conoció a una canguro de nombre Mina.

Tito saltaba tranquilamente por los desiertos de Australia, cuando, en la lejanía, oyó con sus orejas móviles un extraño ruido. Atento, se detiene a escuchar, y percibe un agudo silbido. Instintivamente, salta hacia un lado. Así consigue esquivar la lanza que pasa por donde él estaba hacía tan solo un segundo. Asustado, Tito huye a grandes saltos gracias al largo calcáneo de sus patas traseras en dirección contraria a la de la lanza, hacia un bosque. Tropieza y está a punto de caerse cuando una férrea cola lo arrastra hacia una pequeña caverna oculta bajo un promontorio de rocas. La cola que le ha salvado pertenece a una canguro preciosa. Cuando le pregunta  si le perseguían los aborígenes, Tito asiente y rápidamente se da cuenta de que su salvadora tiene un feo rasguño en el abdomen. La cuida durante una semana y no puede evitar enamorarse de ella. Una noche Mina se encuentra mal. Al día siguiente  da a luz a un precioso bebé, y como no saben dónde ponerlo, lo meten en la bolsa que se formó al cicatrizar la herida.

Y aquí acaba la historia de Iponemo, la cual se la contó su abuelo, y a ese el suyo, y así hasta el inicio de los tiempos.

Sergio Diego Pola  



El Renacer

Saludé al Sol, una mañana más. La vid se erguía, orgullosa ante aquel nuevo día de caluroso mediterráneo. Apenas llovía, aunque era un arbusto fuerte, el tiempo de sequía le comenzaba a afectar.

Nuevamente, el nervioso pensamiento de que quizás aquel fuera el gran día revoloteaba en mi mente. Me imaginaba fermentando en una bodega para, tiempo después, escuchar el corcho de la prestigiosa botella en la que estaría contenida.

Observé al resto de mis compañeras de racimo. Las demás bayas parecían no pensar en tales cosas. Yo en cambio, pasaba el tiempo observando aquella planta autofértil en la que vivía y de la que a finales de febrero comenzaban a caer los pámpanos de color amarillento. Miraba el tronco, lleno de sarmientos, en los que brotaban hojas y frutos y que con el tiempo lignificaban adquiriendo un tono marrón.

¿Cuándo llegaría el día en el que me recogerían para ser parte de un caldo?
Y entonces… todo comenzó a moverse a gran velocidad. Salí disparada del racimo, comencé a caer y a caer hacia el suelo.

Adiós a mi sueño de ser parte de un fabuloso vino californiano… Pasó el tiempo, y me convertí en lo que nunca imaginé.Yo era la madre de montones de nuevas uvas. Yo, ahora era una nueva vid.

Arancha Angulo y Julia Gutiérrez


Igualdad en la manada

 Me aburría de ser una leona, siempre estoy a los pies del jefe de la manada, siempre encuentro comida para los machos, siempre hago caso a sus órdenes, siempre las hembras somos sus defensoras. Si yo fuera un león espabilaría más por si nos atacan,  protegería a los pequeños de la familia y hasta iría a cazar. ¡Pero no! Todo lo tenemos que hacer nosotras. En lo único en lo que podemos opinar es en la época de celo, y solo para elegir al macho, porque después ellos eligen las crías que se quedan y a las que destierran.
-¿Qué te pasa Roxy?-me preguntó una leona.
-Nada. Solo pienso en por qué nosotras tenemos que hacer todo lo que nos dicen. Si nos rebeláramos, ¡ellos morirían de hambre porque no saben cazar!-le respondí
-No digas tonterías, ¿para qué abandonarlos? Siempre hemos vivido así. ¿Por qué habría de cambiar?
-No sé, si te contara lo que pienso seguramente no me entenderías.

Después de eso me fui a mi cueva, a ver a mi hermana para explicarle mis planes. A ella le pareció bien pero me dijo que tuviera cuidado, que me podrían desterrar. Como le había sucedido a ella.

Por la noche me dirigí a donde dormía mi marido Aslan, el jefe. Con mucho cuidado, le empecé a cortar la melena y, cuando terminé, me marché corriendo detrás de una roca para ponerme la melena robada. Luego regresé y me hice la dormida. Al amanecer oí unas fuertes carcajadas. Abrí un ojo y vi a las leonas en un círculo. Entonces me di cuenta de que el ambicioso de mi marido intentaba explicarles quién era y nadie le creía.
Por la tarde, cuando llegaron las leonas de cazar, me llevé al león a mi cueva para explicarle todo. Le pareció mal pero luego le conté como me sentía y me comprendió.
-Los leones abusáis mucho de nosotras y además nos quitáis lo que más queremos, nuestras crías.

Finalmente llegamos a un acuerdo: yo sería el jefe para igualar un poco la situación de la manada. En la época de celo, nos intercambiaríamos los papeles y luego seguiría yo como león, ya que nos dimos cuenta de que dirijo mejor yo.

La época de celo llegó y no nos dimos cuenta. Todas las leonas iban detrás de mí y no tuvimos tiempo de ir a la cueva. Como ya me había hecho al papel de macho, intente aparearme con una hembra pero no pude, la hembra extrañada se largó algo indignada. Por la noche nos fuimos rápido y nos intercambiamos los papeles.

Mi marido eligió a una de las hembras más jóvenes de la manada y a mí me eligió Rocko, un  león de gran melena, fuerte cuerpo y de edad parecida a la mía. Cuando finalizó el apareamiento, las hembras fuimos a descansar. Al pasar los 110 días del periodo de gestación, todas las hembras dimos a luz a una camada de entre una y cuatro crías, y yo tuve dos leoncitas y un león.

Más tarde, Aslan y yo volvimos a cambiar los papeles y nuestro secreto duró siempre.

Ana Sedano Herrera y Marina Campomar Prieto




La oruguita fea

Era se una vez en un jardín muy lejano una horrenda oruga. Las demás orugas se mofaban de ella puesto que no era muy agradable a la vista. La pequeña oruga tenía unas piezas bucales muy feas, unos colores poco llamativos y unas lorzas muy pronunciadas.

Pasados unos meses, el resto de orugas llevaron a cabo una metamorfosis holometábola y pasaron a ser bellas, esbeltas y grandes mariposas. Ella sentía envidia porque no creía que pudiese sufrir tal transformación. Un día empezó a comer, comer y comer. Días más tarde se sintió pesada y quiso reposar. Paso el tiempo y se cubrió con una fina seda y volvió a dormir

La oruguita se levanto de su larga siesta, se sentía diferente, como si hubiera sufrido una reorganización morfológica. En un descuido se cayó del árbol en el que vivía creía que iba a ser su fin, pero no fue así sin darse cuenta desplego sus alas cubiertas de escamas quitinosas se libro de una muerte segura. Volvió con el resto de mariposas, estas se quedaron anonadadas al ver la belleza que esta poseía. La mariposa se burlo del resto, cosa que no debió hacer.

Ella había sufrido mucho con los constantes maltratos tanto psicológicos como físicos propinados por el resto de orugas en su infancia. Pero ahora todo había cambiado, ella era la más guapa, la más inteligente y la más bondadosa, pese al rencor que acumulaba contra las otras mariposas, ella supo perdonar. Todos tenemos que aprender algo de Hachiko.
Juan Jorde y Javier Aparicio



La pequeña hormiga


En África, hace mucho tiempo, nació una hormiga, que creció hasta que ya no pudo más. Veía pasear a las jirafas, esos enormes animales que andaban por delante de su hormiguero con sus enormes patas. La hormiga tenía envidia de ellas. No se veía ninguna habilidad así que fue donde sus padres y les preguntó, que si las hormigas tienen alguna habilidad. Los padres se miraron con cada uno de los omatidios de sus ojos compuestos y le dijeron que lo descubriese ella sola.

La hormiga triste y pensativa salió del hormiguero mientras pensaba en las jirafas que había visto antes. Ellas podían verlo todo desde ahí arriba, luego pensó en los hipopótamos, con esas grandes bocas, pensó también en los elefantes con esos colmillos y esa probóscide, pero la pequeña hormiga no veía ninguna habilidad que tuviese ella, siguió andando para conseguir ver algún animal para poderse comparar. Encontró unas aves en una pequeña charca. Pero ellas podían volar y la hormiga no, a si que continuó. Encontró una manada de leones. Ellos eran fieros y agresivos, en cambio ella no podía atacar a animales grandes, siguió y vio  a unas cebras y unas gacelas, ellas eran muy bonitas, con esas rayas y esos cuernos, de repente se oyó algo. Era un guepardo que estaba en busca de comida. Este atrapó enseguida a una gacela. La hormiga asombrada pensó en esa velocidad que tenía. Pero ella no encontraba esa habilidad que tenía, de repente se oye caer algo, era un hueso que se le había escapado al guepardo al desgarrar la pieza, e iba directamente hacia ella. No la dio tiempo a escapar y ahí descubrió una de sus habilidades. Con su fuertes apéndices articulados cogió el hueso y se le quitó de encima. Ya que las hormigas pueden coger mucho peso. Luego con sus mandíbulas partió una rama cuando volvía a su casa para contarle a su familia lo ocurrido.


Moraleja: Busca tu habilidad, ya que todos tenemos una.

Pablo de Celis Martín



Amor a primera vista

En una época remota, en el sur de África, había un rebaño en el que tenían un gran problema: los machos no se diferenciaban de las hembras, no había dimorfismo sexual, porque no tenían astas. Estaban ya desesperados porque estaban extinguiéndose, ya que no podían reproducirse sin saber antes si el individuo era del sexo opuesto o no.

Mientras tanto, en el noreste de Asia, había otro rebaño muy desarrollado, todos los individuos poseían cuernos, tanto los machos como las hembras, se reproducía endogámicamente. Ese era su mayor problema porque sus descendientes eran todavía más desarrollados que los progenitores y tenían más necesidades que su hábitat no podía cubrir.

Todos los otoños, ambos rebaños hacían la misma ruta migratoria, pero este año tuvieron que cambiar el recorrido debido a una borrasca que les retrasaría el viaje. El rebaño que no tenía cuernos ya había asumido que este sería su último otoño, ya solo quedaban individuos adultos de avanzada edad.
Empezaron su migración con dos días de separación, con motivo de su cambio de ruta coincidieron en un valle en el que abundaba la hierba fresca, también había un pequeño riachuelo. En ese punto, se juntaron los dos rebaños. Era la época de la berrea.

Desde el primer momento dos de los especímenes más jóvenes de cada rebaño se enamoraron perdidamente el uno del otro, se aparearon a pesar del temor de qué podían engendrar una quimera.

Ocho meses después nacieron dos hermosas crías de ciervo, un macho y una hembra, aparentemente normales. Pero al año, al macho le empezaron a crecer los astas y a la hembra no.

Esto empezaba a ser preocupante, hasta que vieron que a otras parejas entre los dos rebaños le ocurría lo mismo, a las hembras no les salían cuernos.

Tiempo después descubrieron que esto estaba causado por la unión entre los dos rebaños, esto ha dado lugar a la especie de ciervo común de nuestro tiempo.
Julia González y Sofía Ruiz



Antonio el narwhal


Antonio el narwhal estaba con su amiga Sheila, dos cetáceos odontocetos. Sheila dio:
-Antonio ¡qué colmillo más grande tienes!
Antonio con voz grave:
-Claro, tú también, lo utilizamos como receptor sensorial.
Sheila aturdida:
-Oye Antonio ¿te puedo hacer una pregunta?
- claro
-Oye ¿Tú cuanto mides y pesas?
-Bueno, pues los narwhal como nosotros pesan entre 1000-1600 kg y llegan a medir 4,5 metros de longitud. Y tú, Sheila ¿dónde naciste?
-Yo crecí entorno a bloques de hielo que se formaron en invierno en torno a las aguas árticas.
- Oye Sheila
-Dime
- ¿Conoces a los Inuit?
-Si
-Mataron a mi padre para comerciar con su grasa, su carne y su largo y helicoidal colmillo que le llegó a medir 2 metros y  a pesar 10 kg.
-Que pena. Yo todavía no he llegado a conocer a los míos.

Jerónimo Ramos Cueli e Iván Bahamontes Chapero

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